octubre 11, 2011

174. Sociedades secretas

Mario Valverde M.

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La educación por sí misma nunca ha estado bien. Parece que la masificación del conocimiento no da lugar para los espacios y los tiempos cognitivos. Eso de repetir y memorizar, de estar sentados escuchando al maestro o profesor, no da los resultados necesarios para el crecimiento intelectual. Decía Bertrand Russell en su autobiografía (1872-1914: “Cambridge fue importante en mi vida por el hecho de que me proporcionó amigos y experiencias en la discusión intelectual, pero NO LO FUE EN CUANTO A LA EFECTIVA INSTRUCCIÓN ACADÉMICA". Además, pone de manifiesto otro tema importante de su experiencia universitaria, la HONESTIDAD INTELECTUAL.

Aquí tenemos dos temas. Por un lado, es interesante, si lo retomamos desde los griegos clásicos, el nacimiento de grupos cerrados de estudio que hicieron crecer el pensamiento y que gracias a esas verdaderas luchas de titanes del pensamiento, hicieron crecer el descubrimiento de los fenómenos que estaban detenidos en el ámbito del mito y el dogma religioso. La Academia de Platón, el Liceo de Aristóteles y agreguemos la especie de secta secreta del matemático Pitágoras con la escogencia de los jóvenes más talentosos, fueron, entre otros muchos, los grupos cerrados del conocimiento.

En el caso de Cambridge, durante la época del matemático y filósofo B. Russell, se conocía este espacio secreto como LA SOCIEDAD. Se trataba de una sociedad para la libre discusión, compuesta por uno o dos representantes de cada curso, que se reunían cada sábado por la noche. Uno de los principios (tal vez, esta sea la diferencia con la educación masiva y de control político) que regían la discusión consistía en que no HABRÍA TABÚES, NI LIMITACIONES, NADA QUE SE TUVIERA POR ESCANDALOSO, NINGUNA BARRERA PARA LA ABSOLUTA LIBERTAD DE ESPECULACIÓN.

Y para concluir, el segundo tema: la honestidad intelectual, es decir, la capacidad ética del profesor para aceptar que un estudiante puede corregirlo como ocurrió en varias ocasiones en Cambridge. Al contrario del sistema militar y totalitario de muchos recintos educativos, donde la última y la primera palabra la tiene el maestro y corregir es sinónimo de irrespeto. Entiendo lo exclusivo y selectivo de los grupos, pero tal vez, es el único antibiótico contra el mal de la educación impositiva y masiva y el oscurantismo que obnubilan todo tipo de pensamiento.

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