septiembre 17, 2013

228. Sobre el Punto en la ortografía de la Vida y Muerte: Los mal-tratados en la Lectura y la Escritura


Dagoberto Núñez

Siempre vengo de un punto… y seguido…por eso digo que toda la humanidad es un volumen (apilamiento de ejemplares) de prosaica lírica y que la vida de cada página no se entiende por sí misma y que la muerte no puede arrancar, gratuitamente, ni una de esas páginas porque es una sabia lectora, no menos que la Vida que escribe. Punto y aparte.

Mejor punto y no aparte nada porque la Vida sigue siempre y dialoga con la Muerte en la textura humana con el lenguaje sutil que está más allá de la letra. Ese lenguaje de escritura y lectura silabeante, mata y vive de un espíritu inefable; que no puede expresarse sino mediante la letra que mata. Y esos son sólo dos puntos, por eso, sin más, apártese.


La Vida y la Muerte–usted elija- emplean variadas lecto-escrituras; por ejemplo, el tramo de la vida humana sobre la biografía del planeta –puro viviente/muriente- apenas balbucea si le pregunto ¿quién soy? porque somos muy nuevos aquí y ahora. Siendo sólo lo que somos, según esta tierna edad, por pura voluntad caórdica - como dice el vivo que inventó el dinero plástico- se calcula (coma mucha) que hace sesenta millones de años (nanosegundos, más o menos) habitaron la Tierra unos puntos grandes o seres colosales; empalabrados Dinosaurios. Gracias a ellos se ve que el asunto no es de tamaño: porque ese gran punto fue apartado (Si tomo ese Gran Punto para la estimación cronológica de la Tierra… les cuento que había una vez una fulanita que no dejaba de mirarse en el espejo para predecir el cambio climático, cuando le erupcionó la primera espinilla en la nariz). Punto, y de seguido… tres puntos sedales, después de la gran explosión…) punto rosado y aparte.

Vengo de la Vida y la Muerte que se busca, se repele, se gusta y neuróticamente se odia: violentamente el punto humano quiere conseguir una lectura de tipo científica de todo el volumen (apilamiento de ejemplares) y acude, desde su pobredad en la biografía del planeta, a una máquina traductora MARCA pequeña muerte, hecha con un patrón que allana toda diferencia respecto de sí mismo; opera maquinalmente sobre todo el volumen con toque global que poda y sólo deja pestilencia tras de sí. Punto muerto.

La Muerte sabe decretar muerte y por eso dice que el problema del volumen de ejemplares es solo cuantitativo, y así lo cuenta y como lo oyes con tus propios ojos, cada vez que ponemos a la pequeña muerte a traducir el volumen –de las especies- desencuadernamos todo y todo se resiente y se esparce sin solución de reciclaje para la continuidad de la búsqueda.

Punto solitario.

La buena muerte (como ley de-Vida) es otra cosa – no es con mayúscula y no se deja utilizar- es la puesta librería; es decir en libertad, liberación de la petrificación, de la palabra por la palabra, no es tumba del conocimiento porque no existe la ciencia de una vez por todas, todo es cosa de mientras tanto…, al juzgar de la prosa-lírica y al canturrear las líricas-prosaicas. La buena muerte respeta la Vida, enmudece cuando debe enmudecer: ante aquellos materiales que no armonizan con el canto clásico del volumen total, se reconoce en los umbrales; no violenta para el encaje si el canto de aquello desentona, porque la buena muerte aplica al dedillo una actitud que no es una técnica; sobreviene de un silencio profundo y respira por todo aquello que no puede ser dicho, mientras estemos en el mientras tanto. Punto único.

La Vida debería odiar a la pequeña muerte para seguir siendo; no es un consejo, es una orden. Y no la disculpo cuando se equivoca. ¿De qué otro modo convendría que fuera?, independientemente del método, en este caso, es el fin… es el fin… y no hay mediación que suavice lo que no hay que suavizar; el carácter radicalmente absoluto de este fin. ¿Punto final? SOBRE el PUNTO en la ortografía de la Vida y Muerte, los mal-Tratados en la Lectura y la Escritura, demandan un réquiem. No existe el punto final.

No hay comentarios:

Publicar un comentario